Viernes 29 de marzo de 2019
Tema: Un bel di vedremo Artista: Mirella Freni
Y hoy tuvimos un momento especial en nuestro pequeño jardín suburbano. Porque nos ha nacido otra mariposa monarca del sur (Danaus erippus). Y tenemos más crisálidas y orugas.
Como una declaración de rebeldía, como una victoria de lo imposible sobre lo esperado, en medio de tanto cemento, colectivos, contaminación, hemos visto a las orugas crecer, hacerse pupa, crisálida, y ahora un enorme ejemplar está secando sus alas colgada de un papiro. No les importa el dólar, la tasa, ni los que creen que la solución para Argentina es más peronismo. Solo viven.
Como una declaración de rebeldía, como una victoria de lo imposible sobre lo esperado, en medio de tanto cemento, colectivos, contaminación, hemos visto a las orugas crecer, hacerse pupa, crisálida, y ahora un enorme ejemplar está secando sus alas colgada de un papiro. No les importa el dólar, la tasa, ni los que creen que la solución para Argentina es más peronismo. Solo viven.
Y tuvimos que buscar algo relacionado. Madame Butterfly es una de las óperas fundacionales de la historia. En su estreno fue denostada por la crítica, principalmente porque Puccini se había retrasado y no había habido tiempo para los ensayos. La corrigió, reestrenó con suficiente tiempo… y el resto es historia.
La historia es magníficamente trágica, como requiere una ópera. Una niña japonesa de 15 años, Ciocio-san o Señora Mariposa, se casa con un capitán (norte)americano llamado Pinkerton. Para el yanqui es solo un matrimonio de conveniencia, no piensa quedarse ni mucho tiempo en Japón ni mucho tiempo casado.
Tres años después, Ciocio ha criado sola al hijo de ambos porque Pinkerton se tomó el olivo al poco tiempo pero ella, oh error, lo sigue amando. Y esperando. Pinkerton vuelve, lo cual hace extremadamente feliz a Ciocio. Pero vuelve casado con Kate (uno de los papeles más ingratos de la ópera) al solo fin de buscar a su hijo y criarlo (con Kate) en Estados Unidos.
Al finalmente darse cuenta Ciocio que Pinkerton es flor de hijo de … cerezo… le venda los ojos a su hijo, le pone una bandera americana en las manos y se suicida. Con el Kaiken (espada ritual) que le había regalado su padre para casarse. Toda buena esposa samurái trae su propio cuchillo al casamiento, por supuesto. A todo esto, no les contamos que toda su familia ha rechazado a Ciocio porque para casarse con el rata de Pinkerton… se convirtió al cristianismo! Oh no!
Chicas, no recomiendo el método. Pero si le pegan 6 tiros de 9mm al chabón como corresponde, recuerden aducir emoción violenta.
El aria “un bel di vedremo” (Un bello día veremos) es un de las piezas más reconocidas de la ópera, la canta Ciocio mientras espera ver llegar al barco de Pinkerton. Expresa la distancia entre los sueños de una niña de 18 años y la cruel realidad, que se muestra en el cambio de tono desde al principio al fin.
La han cantado la Callas, la Nebtrenko, Anna Moffo, Tiri Te Kanawa. Es un desafío que toda gran soprano debe pasar. No tanto por la complejidad de la música, sino por la impresionante necesidad teatral y emotiva que hay que imponerle.
Hoy les dejamos una versión de una soprano que nunca cantó esta ópera en el teatro, según sus declaraciones porque no se sentía capaz de sobrellevar la carga emotiva. En vez de ello, la cantó un una versión fílmica dirigida por Jean-Pierre Ponelle en 1974, con Plácido Domingo haciendo del guacho de Pinkerton, dirigidos musicalmente por Herbert von Karajan.
En la voz de Mirella Freni, Un bel di vedremo.
La historia es magníficamente trágica, como requiere una ópera. Una niña japonesa de 15 años, Ciocio-san o Señora Mariposa, se casa con un capitán (norte)americano llamado Pinkerton. Para el yanqui es solo un matrimonio de conveniencia, no piensa quedarse ni mucho tiempo en Japón ni mucho tiempo casado.
Tres años después, Ciocio ha criado sola al hijo de ambos porque Pinkerton se tomó el olivo al poco tiempo pero ella, oh error, lo sigue amando. Y esperando. Pinkerton vuelve, lo cual hace extremadamente feliz a Ciocio. Pero vuelve casado con Kate (uno de los papeles más ingratos de la ópera) al solo fin de buscar a su hijo y criarlo (con Kate) en Estados Unidos.
Al finalmente darse cuenta Ciocio que Pinkerton es flor de hijo de … cerezo… le venda los ojos a su hijo, le pone una bandera americana en las manos y se suicida. Con el Kaiken (espada ritual) que le había regalado su padre para casarse. Toda buena esposa samurái trae su propio cuchillo al casamiento, por supuesto. A todo esto, no les contamos que toda su familia ha rechazado a Ciocio porque para casarse con el rata de Pinkerton… se convirtió al cristianismo! Oh no!
Chicas, no recomiendo el método. Pero si le pegan 6 tiros de 9mm al chabón como corresponde, recuerden aducir emoción violenta.
El aria “un bel di vedremo” (Un bello día veremos) es un de las piezas más reconocidas de la ópera, la canta Ciocio mientras espera ver llegar al barco de Pinkerton. Expresa la distancia entre los sueños de una niña de 18 años y la cruel realidad, que se muestra en el cambio de tono desde al principio al fin.
La han cantado la Callas, la Nebtrenko, Anna Moffo, Tiri Te Kanawa. Es un desafío que toda gran soprano debe pasar. No tanto por la complejidad de la música, sino por la impresionante necesidad teatral y emotiva que hay que imponerle.
Hoy les dejamos una versión de una soprano que nunca cantó esta ópera en el teatro, según sus declaraciones porque no se sentía capaz de sobrellevar la carga emotiva. En vez de ello, la cantó un una versión fílmica dirigida por Jean-Pierre Ponelle en 1974, con Plácido Domingo haciendo del guacho de Pinkerton, dirigidos musicalmente por Herbert von Karajan.
En la voz de Mirella Freni, Un bel di vedremo.
Peace. Butterfly. Out.
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